El vino es una de las bebidas más antiguas de la humanidad, con sus raíces que se remontan a más de 7,000 años en regiones de lo que hoy conocemos como Georgia y Armenia. Desde aquellos tiempos, el vino ha acompañado a las civilizaciones en celebraciones, rituales y banquetes, siendo considerado un símbolo de cultura, tradición y unión. A lo largo de la historia, el vino ha sido el testigo de innumerables momentos importantes, y ha mantenido un lugar especial en la mesa de cada hogar.
Sin embargo, hoy en día, el vino se enfrenta a desafíos, especialmente debido a la creciente preocupación por los efectos del alcohol en la salud. Las nuevas restricciones y campañas contra su consumo han puesto al vino en la mira, tratándolo casi como un villano. Pero lo cierto es que el vino, lejos de ser un enemigo, sigue siendo el mejor acompañante de nuestras comidas, el rey de la mesa que ha perdurado por generaciones.
En este contexto, en Mujer Andina, no buscamos solamente que nuestros espumantes y vinos sean especiales, sino que además representen una tradición que sigue viva. Somos parte de esa historia, con un compromiso de producir productos que, como el vino mismo, son el resultado de años de dedicación y pasión. El vino no es solo una bebida alcohólica, sino una cultura que debemos transmitir a las nuevas generaciones, enseñándoles a disfrutarlo con moderación, porque sigue siendo el compañero ideal de una buena comida o un buen momento.
Hoy más que nunca, debemos defender el vino como el verdadero rey de la mesa, aunque algunos intenten vestirlo de villano.
Andrea Jure Duarte, Enóloga y Fundadora de Mujer Andina.
